Dos días en La Paz… en sus callesescalera, cholas y artículos varios. La intención era salir antes pero un bloqueo total en Uyuni que no dejaba entrar ni salir vehículos puso en riesgo mi vuelta. El tren estaba suspendido y los micros no salían de La Paz.
Una chica francesa, Marie, me contó como logró eludir el bloqueo de manera casi cinematográfica, en un Bondi sin identificación y con listado de pasajeros.
Finalmente hubo un cuarto intermedio y tomé la opción que menos me agradaba, un Bondi directo La Paz Villazón… Mamita… El colectivo salió, con cholas, cajas, bolsas y demás de La Paz a las 18.00 hs para llegar, supuestamente, a las 13 del día siguiente.
A ver, las primeras 16 horas estuvieron medianamente bien, considerando el no asfaltado de las rutas bolivianas, los 4100 de altura de Potosí (lo pasamos fugazmente por la noche) y la relativa incomodidad de los asientos (tenia un pibe atrás que me patió la espalada toda la noche)
Pinchamos… y si, no se puede tener un viaje perfecto… Pero el tramo final se alargó 4 horas y en vez de llegar a la 1 llegamos a las 4… y ahí si estaba un poquito hinchado los huevos.
Crucé la frontera por ese puente quejoso de la quiaca, y dejé atrás a aventura Boliviana. Como reflexión me queda decir que es un país con unas bellezas innombrables: El Salar, los Lípez las Yungas siempreverdes y el azul zafiro del lago Titicaca. La Paz es una ciudad embriagadora, en todos sus sentidos, que me encantó. También dejé atrás la altura y el resfrío permanente.
La primer sensación que me asaltó cuando crucé a Argentina fue el asfalto… si, las rutas asfaltadas sin traqueteo del bus ni las sacudidas permanentes. Mansamente el Bondi me dejó en Humahuaca justo a tiempo para ver el partido (ay gordo querido) de Argentina.
Hoy por la mañana salí para Tilcara desde donde les estoy escribiendo. Mañana estaré nuevamente en Baires donde nos encontraremos para rememorar este viaje.
Cambio y fuera!